Qué pasa en el cerebro cuando la mente se queda en blanco, según la ciencia

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Un equipo de investigadores internacionales se propuso entender qué sucede en el cerebro durante los momentos en que la mente parece vacía. Para ello, recopilaron hallazgos recientes y experiencias propias en el análisis de la actividad cerebral cuando las personas reportan no pensar en nada.

Este trabajo fue liderado por neurocientíficos y filósofos vinculados al Centro de Investigación en Neurociencias de Lyon (Francia), la Universidad de Lieja (Bélgica) y la Universidad de Monash (Australia), quienes conformaron el grupo luego de coincidir en la 25.ª Reunión Anual de la Asociación para el Estudio Científico de la Conciencia, llevada a cabo en Ámsterdam en 2022.

Los científicos señalan que quedarse con la mente en blanco es una vivencia frecuente (Foto ilustrativa: PIXABAY)

Un fenómeno común con múltiples formas

Los científicos señalan que quedarse con la mente en blanco es una vivencia frecuente, aunque no siempre se define de la misma manera.

Puede percibirse desde una sensación de somnolencia hasta la “completa ausencia de consciencia”. Durante los estados de vigilia, los pensamientos suelen variar constantemente, pero también surgen espacios vacíos donde no hay contenido que se pueda comunicar. “Aún no está claro qué representan estos espacios en blanco, lo que pone de relieve las ambigüedades definitorias y fenomenológicas que rodean la mente en blanco”, escriben los investigadores.

Hasta hace poco, este tipo de episodios se exploraban únicamente en el marco de estudios sobre la divagación mental, una experiencia interna que involucra una corriente continua de pensamientos. Sin embargo, los autores del trabajo insisten en que son fenómenos diferentes. A diferencia de la divagación, la mente en blanco implica mayor lentitud, más errores y una sensación cercana al sueño.

La mente en blanco implica mayor lentitud, más errores y una sensación cercana al sueño (Foto ilustrativa: PIXABAY)

“Intentamos comprender mejor la mente en blanco analizando 80 artículos de investigación relevantes, incluidos algunos propios en los que registramos la actividad cerebral de los participantes cuando informaban que estaban ‘pensando en nada’”, explica Athena Demertzi, de GIGA Research en la Universidad de Lieja.

¿Con qué frecuencia ocurre?

Los resultados de su análisis, publicados en la revista ‘Trends in Cognitive Sciences’, indican que este fenómeno varía entre las personas. No obstante, una persona promedio pasa con la mente en blanco entre el 5 % y el 20 % del tiempo.

En términos generales, se asocia con:

  • Lapsos de atención.
  • Dificultades para recordar.
  • Cese del diálogo interno.

Además, tiende a presentarse al final de actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido, como exámenes, o tras la privación de sueño y el ejercicio físico intenso. A pesar de ello, también puede darse en estados normales de vigilia.

Se destaca una mayor frecuencia de mente en blanco entre los niños con TDAH (Foto ilustrativa: PIXABAY)

Implicaciones clínicas

Entre los hallazgos, también se destaca una mayor frecuencia de mente en blanco entre los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), comparados con personas neurotípicas. Este fenómeno, incluso, aparece descrito en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) como parte del trastorno de ansiedad generalizada.

El equipo también señala su relevancia en afecciones clínicas como:

  • Ataque cerebrovascular.
  • Convulsiones.
  • Traumatismos craneoencefálicos.
  • Síndrome de Kleine-Levin, donde se duerme hasta 20 horas diarias.

Cambios detectables en el cerebro

Los experimentos realizados con técnicas como electroencefalografía y permitieron identificar patrones neuronales específicos antes de que se produjera un episodio de mente en blanco. Estas firmas se registraron en las redes frontal, temporal y visual del cerebro.

Durante la inactividad mental tras tareas demandantes, observaron:

  • Disminución en la frecuencia cardíaca.
  • Reducción en el tamaño de las pupilas.
  • Menor complejidad en las señales cerebrales.

Estos rasgos son comparables con los estados de inconsciencia. Además, se encontraron interrupciones en el procesamiento sensorial y ondas cerebrales lentas similares a las del sueño. Según los autores, son “episodios locales de sueño”, en los que ciertas áreas cerebrales parecen entrar en reposo.

También observaron que un incremento en la actividad de regiones corticales posteriores puede desembocar en una mente en blanco, como ocurre cuando hay un exceso de pensamientos que ralentiza la función cognitiva. Al pedir a los participantes que intentaran “vaciar sus mentes”, se detectaron desactivaciones en estructuras como el giro frontal inferior, el área de Broca, la corteza motora suplementaria y el hipocampo.

Hasta hace poco, este tipo de episodios se exploraban únicamente en el marco de estudios sobre la divagación mental (Foto ilustrativa: PIXABAY)

Un nuevo marco para comprender la mente en blanco

El grupo sugiere que el común denominador de estas formas de desconexión mental estaría en los cambios en los niveles de excitación del cerebro. Esto afectaría funciones clave como la memoria, el lenguaje y la atención. Debido a la gran diversidad de estas experiencias, tanto desde lo subjetivo como en lo neuronal, los autores proponen entender la mente en blanco como un conjunto dinámico de estados fisiológicos, influenciados por el grado de alerta o “vigilancia” de una persona.

“La experiencia de tener la mente en blanco es tan íntima y directa como la de albergar pensamientos”, afirma Jennifer Windt, de la Universidad de Monash. Por su parte, Antoine Lutz, del Centro de Investigación en Neurociencias de Lyon, señala: “Nuestro objetivo es iniciar una conversación y ver cómo se relaciona la mente en blanco con otras experiencias aparentemente similares, como la meditación”.

*Por Camila Paola Sánchez Fajardo

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