El Presupuesto 2026 se afirma como test político de fondo en la negociación por las reformas con los gobernadores

0
4

Mesa compartida. Jorge Macri y sus funcionarios reunidos con Luis Caputo y su equipo

El Gobierno insiste casi diario con los títulos de las reformas que impulsa como base para negociar un acuerdo político/legislativo. Son lineamientos repetidos en estos días poselectorales. No aportan precisiones pero alcanzan -como objetivo primario- para mantener un renglón destacado en el temario mediático, que suma predisposición de gobernadores en los primeros contactos motorizados por Diego Santilli. Al mismo tiempo, a modo de contrapartida, asoma en esos movimientos iniciales el Presupuesto 2026, que va camino a convertirse en el primer test sobre la voluntad y flexibilidad de Olivos para cerrar trato con los jefes provinciales.

El núcleo de los planes del oficialismo es conocido: avanzar con las reformas laboral y tributaria, luego del recambio del Congreso. Los gobernadores se muestran cuidadosos, evitan declaraciones que puedan tener algún recorte ruidoso y manejan del mismo modo los trascendidos, en general para reiterar sus propios puntos de negociación. De manera expresa, pero sin salir del tono moderado, Jorge Macri expuso que lo que viene incluye reclamos de arrastre antes que demandas sorpresivas. Y eso mismo dejó a la vista que, tal como se descartaba, Economía seguirá siendo un factor determinante en las tratativas.

El caso de la Ciudad de Buenos Aires es particular y a la vez, ilustrativo del marco general. Dicho de otra forma: ratifica una demanda propia -cada distrito tiene las suyas- como pieza de un tablero que el Gobierno debería atender para lograr resultados que se expresen en el Congreso. Allí, a la par, tendría que desplegar conversaciones amplias -según el juego particular de cada Cámara- y ordenar sus internas.

El jede de Gobierno porteño reiteró el reclamo que arrancó con la poda enorme de coparticipación impuesta por el kirchnerismo en la gestión de Alberto Fernández, que entre otras pinceladas de su deterioro dejó descalificaciones sobre la “opulencia” de la Ciudad. La situación había dado algunas señales de mejora, pero desde hace meses está empantanada. Y reaparece ahora en el contexto poselectoral, con Olivos a la carga aunque necesitado de acuerdos para avanzar en el terreno legislativo.

Jorge Macri estuvo reunido con Luis Caputo. Desde el gobierno de la Ciudad se encargaron de difundir que se trató de un encuentro “positivo”, que ahora debería ser traducido por los “técnicos” de cada administración -es decir, los funcionarios del rubro- para allanar el camino a una nueva cita, quizás en una semana. Va en paralelo con las gestiones que empieza a encarar el ministro del Interior.

De todos modos, los voceros porteños resumen su planteo en tres puntos. El primero, sería saldar la deuda de esta etapa. El segundo, normalizar las transferencias a la Ciudad. Y el último -y más significativo como señal que trasciende al distrito- incluir las partidas necesarias en el Presupuesto 2026. Se verá si hay avances y lo que ocurra resultaría un mensaje de lectura nacional, más allá incluso del modo de interpretarlo en la complicada relación de violetas y amarillos.

En rigor, cada provincia es un caso particular y todas comparten demandas generales. Por ejemplo, una docena de distritos insisten de diferente modo con los reclamos de deudas por la compensación de cajas de jubilación no transferidas. En ese conjunto, algunos tienen acuerdos parciales y otros llevan tiempo lidiando en la Justicia. Se suman además cuestiones vinculadas a desarrollos específicos -minería, energía- y necesidades regionales. Es generalizada la queja por la parálisis o freno de la obra pública, incluso por incumplimiento de acuerdos. Y siempre aparece el tema de los ATN.

Javier Milei, al tomarle juramento a Diego Santilli como ministro del Interior

Para completar, claro, cada provincia debe avanzar con sus propios presupuestos. Y eso marca tradicionalmente el juego cruzado en la relación con el poder central, animado por el resultado electoral de octubre, que impactó sobre buena parte de los gobernadores. De todos modos, nada es lineal. En este renovado paño, la asunción de Santilli en el ministerio del Interior fue difundida desde el Gobierno como un gesto para reconstruir puentes con las provincias.

El nuevo funcionario recibió con Manuel Adorni a los jefes provinciales de Chubut, Catamarca, Córdoba y San Juan. Tiene en agenda a otros mandatarios y también alguna visita a gobernadores cercanos. Hubo coincidencias sobre la necesidad de las reformas, a la espera de superar los títulos y conocer los proyectos, para ver coincidencias y puntos de negociación. Por lo pronto, el texto del Presupuesto es conocido y se presenta como la prueba más rica y compleja.

Los tiempos van a ir acelerándose en la medida que se aproxime el recambio del Congreso. Por lo pronto, el oficialismo tiene que atender varios frentes.

El apoyo presidencial a Martín Menem fue expresado desde la noche de la celebración electoral. El oficialismo lo sostendrá en el principal despacho de Diputados. Pesa su cercanía con Karina Milei, afirmada en el terreno doméstico. Quedaron cerradas así las especulaciones sobre un cambio en la presidencia de la Cámara. Por debajo, persiste la necesidad de revertir el cuadro de enfrentamientos propios -muchos, patéticos- y aparece el desafío sobre la relación con los socios, paso previo para tratar de armar un circuito con dialoguistas.

En el Senado, la mayor novedad es la llegada de Patricia Bullrich, que naturalmente no espera la formalidad de ocupar la banca. La ministro se proyecta como número uno del oficialismo, es decir, más allá de como sea reconfigurada la conducción del bloque y el reparto de cargos en la Cámara. De este modo, terminaría de ser relegada Victoria Villarruel.

En cuanto al Gabinete, está claro que el nuevo reparto de funciones -después de la caída de Guillermo Francos– ratifica el peso de Karina Milei y de momento, exhibe un lugar menos gravitante de Santiago Caputo, que igualmente mantiene el manejo de áreas sensibles. Adorni concentra funciones, como trazo destacado de ese cuadro.

Al mismo tiempo, fuera de las pulseadas de fondo -en la superficie más contendidas- se producen por momentos algunos episodios llamativos. El último ejemplo acaba de ser expuesto por la ida y vuelta con el Renaper. Iba a pasar al área de Seguridad, donde sigue gravitando Bullrich, pero al final queda en el ministerio del Interior. En el medio, fue claro el malestar en el PRO, expresado con oficio por Cristian Ritondo. La versión que se hizo circular desde el Gobierno habló de un “error”. Pareció algo más, en términos domésticos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí