Círculo rojo: los dilemas de Macri, la campaña bonaerense y horas decisivas en el interior

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Mauricio Macri y Gianni Infantino

Mauricio Macri está irritado, y en los últimos tiempos expresó como nunca el fastidio que le provoca la coyuntura política, mientras espera que terminen de resolverse las complejísimas negociaciones que habilitó inesperadamente La Libertad Avanza en la capital, la casa matriz, lideradas ahora por el pragmático de Ezequiel Sabor, un colaborador multipropósito del jefe de Gobierno, con fluidísima relación con Daniel Angelici y el ex presidente, que entabló conversaciones de último momento con enviados libertarios que cumplen órdenes de Karina Milei, que tiene el poder supremo de aprobación y veto.

Las negociaciones coincidieron, vaya casualidad, con versiones muy insistentes de las últimas dos semanas que dieron cuenta de un supuesto diálogo entre el ex presidente y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, negado de manera enfática por el entorno de ambos ante la consulta de este medio. Lo cierto es que hace varios días que la ministra cambió drásticamente su visión pública, y privada, sobre el PRO, se manifestó en favor de una alianza con ese sector en la ciudad y la notaron mucho más benévola con la figura de Macri, que propicia esa alianza. Se impuso, en ese sentido, una condición, reclamada por la hermana de Javier Milei: que el jefe de Gobierno, Jorge Macri, no se siente a la mesa de las negociaciones, a pesar de su jugada de última hora del viernes. Dicen que esta postura de la ministra es por conveniencia, para arrastrar esos votos en caso de ser candidata, como pareciera, e intentar tener una performance récord, para posicionarse en la pole position en la carrera ejecutiva hacia el 2027.

Es un incordio para Macri, que atraviesa horas de atribulación política: la semana pasada, en una reunión federal del PRO, exhibió tal vez como nunca antes su fastidio por la acumulación de sinsabores que cosechó desde que se hizo cargo de la presidencia del partido. Lo dijo, palabras más, palabras menos, de la siguiente manera: “Esto que me hicieron agarrar…”. Lo escucharon dirigentes que no se sorprendieron con la declaración, y se miraron uno a uno porque, a menos que haya una modificación del calendario, el ex presidente deberá esperar a marzo del 2028 para ceder ese sillón.

Un supuesto frente electoral con LLA abriría en los próximos días un abanico de oportunidades, y posibles deserciones. La más notoria es la de María Eugenia Vidal que, de concretarse, ya adelantó que se desmarcaría abiertamente. La ex gobernadora promueve una revitalización de la alianza de partidos que se conformaron bajo el paraguas de Juntos por el Cambio, y que llevaron a Jorge Macri a la jefatura de gobierno en el 2023. Eso después se deshilachó. A propósito: se menciona con mucha insistencia al diputado Esteban Paulón, del socialismo de Santa Fe, hostigado y agredido públicamente por la militancia libertaria, como potencial candidato a senador por la ciudad de Buenos Aires en estas elecciones. Es una posibilidad muy concreta, mientras se discute en estas horas el alcance de la alianza oficialista de Santa Fe, liderada por Maximiliano Pullaro.

La situación es aún de mayor zozobra para el ex presidente porque, cómo se anticipó ya en esta sección, el vínculo con su primo Jorge es cada vez más tenso. Incluso Angelici, “El Tano”, que volvió el último fin de semana de unos días de descanso en el exterior, avisó puertas adentro que está a punto de tirar la toalla: cuando se hizo cargo, hace más de un mes atrás, de la coadministración política de la capital, intentó como una de sus principales tareas acercar posiciones entre los primos hasta que se dio cuenta de que era una misión muy difícil. Ninguno de los primos disimula su desencanto, y el empresario y dirigente radical, avezado gestor, no está dispuesto a rifar su relación con el ex presidente.

Karina Milei - Fotografía: Jaime Olivos

Existe, sin embargo, un rubro que a Macri le provee algo de sosiego. Una zanahoria por delante: la FIFA. En buena sintonía con Gianni Infantino, también con Alejandro Domínguez, de la Conmebol, el jefe de la Fundación FIFA sueña con ser en algún momento el sucesor de Infantino, y dedicarse exclusivamente al fútbol, mientras sigue con atención, sin involucrarse de lleno después de la elección fallida del 2023, la seria crisis futbolística del Boca de Juan Román Riquelme.

Objetivo 7S. Una crisis similar, pero no por el fútbol sino por la política, es la que atraviesa al peronismo bonaerense, cuyas heridas aún no cicatrizaron desde el cierre de listas que dejó heridos. Entre los intendentes que apoyaron en estos meses la movida independentista de Axel Kicillof aseguran que el gobernador se sacó un peso de encima, que logró sortear la avanzada camporista y que, a diferencia de hace dos años, pudo imponer una serie de condiciones políticas y hasta simbólicas, de la inscripción de candidaturas en la sede de la gobernación a la presentación de Verónica Magario y Gabriel Katopodis como cabezas de lista en las dos secciones más importantes del Gran Buenos Aires, la tercera y la primera.

El martes, en San Fernando, un distrito ciento por ciento massista, se celebró un asado con intendentes de la primera sección que tuvieron a Sergio Massa como asistente estelar y a Kicillof como comensal central, a pesar de que el gobernador no había sido invitado en una primera convocatoria -no estaba planteado que asistiera-. Enterado de la comida, organizada para aplacar las tensiones del cierre de listas, Kicillof quiso estar.

No hubo grandes definiciones -no fue el objetivo de la convocatoria-, aunque en el seno del peronismo del Gran Buenos Aires existe una gran inquietud por el tono de la campaña y, en particular, por la participación electoral del 7S, una incógnita que preocupa por los antecedentes provinciales de este 2025, marcados por una caída pronunciada en la cantidad de electores. “Nuestra campaña pasa por convencer a la gente para que vaya a votar”, resaltó un jefe comunal de la primera sección que adelantó, sin embargo, el tono de la campaña que se avecina: “La culpa de todo es de (Javier) Milei”. En el corazón del Gran Buenos Aires se palpa con enorme preocupación el freno pronunciado en el consumo.

Axel Kicillof y Sergio Massa

La estrategia de campaña, de todos modos, todavía es un caos. Cada campamento tiene su propio libreto. Les cuesta ponerse de acuerdo. En simultáneo, los intendentes esperan que la Justicia electoral termine de oficializar las alianzas para mandar a imprimir las boletas partidarias -hay algunos días de atraso- que este año, por el desdoblamiento atípico impulsado por el gobernador, presentarán una situación inédita: acostumbrados a un promedio de media docena de cuerpos, por la concurrencia habitual de las últimas décadas, esta vez las boletas tendrán solo dos cuerpos en cada sección, lo que facilita la impresión, el reparto y hasta la disposición en el cuarto oscuro. El reparto de boletas, conocido en el conurbano como “el bajo puerta”, para el que se imprimen entre tres y cinco padrones por elección, es un rubro clave de cada elección.

Candidatos en danza. En tiempos de postulaciones testimoniales, otro aspecto clave es, desde ya, la inscripción de candidatos. Con la elección bonaerense ya lanzada, y las postulaciones resueltas, la atención se centra ahora en la presentación nacional prevista para el próximo 17 de agosto, diez días después del cierre de alianzas de esta semana.

En el peronismo sobrevuela un dilema: ¿será Massa quien encabece en octubre la boleta de la provincia de Buenos Aires? Es una de las principales incógnitas. El ex ministro analiza el escenario en base a la evolución del programa económico de Milei que en las últimas semanas entró en una zona de franca turbulencia, con una serie de luces rojas en el tablero de control. En el Frente Renovador admiten que el tigrense no puede regalarle al gobierno un discurso de campaña anclado en la espiral inflacionaria del último tramo de la administración del Frente de Todos. ¿Quiere Massa? ¿O prevé dejar pasar este turno electoral? En ese contexto, Cristina Kirchner trabaja en estas horas en la rebelión del frente Patria Grande de Juan Grabois, que sigue con la amenaza latente de presentar lista propia, tanto en la capital como en la provincia de Buenos Aires. El viernes, Grabois admitió que CFK le pidió “bajar dos cambios”. Fue durante un panel que compartió con el jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, en Lomas de Zamora, los pagos de Federico Otermin, un equilibrista de aceitadísimo vínculo con La Cámpora. La ex presidenta sigue con preocupación esa situación, también lo que pasa en otras provincias. Un ejemplo es Santa Fe, donde hay una profunda dispersión del peronismo que todavía no sintetizó un acuerdo. Hay una disputa a cielo abierto por las listas entre dirigentes como Eduardo Toniolli y Agustín Rossi, entre otros, que quieren ser a toda costa.

Algo similar ocurre en La Libertad Avanza. En las últimas semanas empezó a imponerse una postura que podría replicarse en algunas provincias, y que tiene que ver con la posibilidad de postular como cabeza de listas a legisladores que todavía tienen por delante dos años de mandato. Se baraja esa opción en Santa Fe, con la diputada Romina Diez. Podría imitarse en otros distritos, algunos muy relevantes en términos electorales. En Córdoba, por caso, existe una discusión puertas adentro porque hay dirigentes de otros sectores, como Rodrigo de Loredo y Luis Juez, que presionan por un lugar para tratar de posicionarse hacia el 2027 y son aliados de la Casa Rosada. En Río Negro también hay debate y una pelea feroz por la cabeza de la lista de senadores entre la diputada Lorena Villaverde, cercana a Karina Milei, y Aníbal Tortoriello, del PRO, que está apadrinado por los Menem, Martín y “Lule”.

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