Los recuerdos de Costa Febre en 35 años junto a River Plate: el dolor del descenso, la gloria en Madrid y el sueño del Mundial de Clubes

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Costa Febre junto a un joven Marcelo Gallardo

El amplio ventanal nos desplegaba la clásica policromía de las primeras semanas del otoño. Allí se desmarcaban el gris del cielo y las hojas, mutando del verde amarillo. Adentro, el contraste. En esa oficina, solo dos colores. No podía ser de otro modo. Las paredes, de un blanco inmaculado, Las sillas y el sillón, revestidos de rojo. En ese ámbito tan personal, se desarrollan gran parte de las horas de Atilio Costa Febre. El pibe que soñaba con el periodismo deportivo, pero no con el relato y mucho menos, con ser un emblema de River, en estos 35 años ininterrumpidos de romance.

El reencuentro con Lito. La corriente de afecto que se mantiene intacta en un hombre apasionado por esta profesión. Cuando uno daba los primeros pasos, en el viejo Canal 9 de la calle Gelly, tuvo la suerte de tenerlo como compañero, para conocer de su generosidad. La que ha sido una constante con el paso del tiempo, a la hora de la charla

“Mi inicio como relator de la campaña de River nació por una idea de Santo Biasatti, que era el director artístico de radio Del Plata, que travesaba por un momento extraordinario. Me citó allí y desde que arrancó la reunión, habló sin parar y no me dejó meter ni un bocado (risas). Entre otras cosas, me quedó grabado cuando me dijo que todos los relatores éramos unos tontos, que yo iba a ser una figura, un emblema y un referente para la gente de River. Yo no le creía nada. Cuando me dejó un espacio, le hice dos preguntas. La primera fue si iba a tener libertad para opinar y me respondió que dijera lo que quisiera. La segunda, fue por lo que había dicho de los relatores. Allí me dijo que era porque nadie se había dado cuenta que se tenía que hacer la campaña de River. Todo lo que me prometió, lo cumplió. Comenzamos en la FM de Del Plata, en enero de 1991, a los seis meses, pasamos a la AM y fue el inicio de un camino que ya tiene 35 años. Armando Pérez, quien luego fue presidente de Belgrano e interventor de AFA, nos ponía su avión particular para que pudiésemos viajar a cualquier lugar para las transmisiones”.

Lito lleva 35 años acompañando a River

Allí había un espacio vacío. Boca había tenido sus transmisiones radiales partidarias muchos años atrás, y volvió a esa huella desde mediados del ’88 con Héctor Caldiero por Mitre. Pero River carecía de ese lugar. La idea estaba, pero el tema era elegir bien a la persona que le pusiera la voz al sentimiento de los Millonarios. Sin dudas, la elección de Costa Febre fue la más acertada, porque se ganó la preferencia de la gente: “Me di cuenta que me estaba metiendo de verdad en los hinchas de River cuando cumplimos 10 años. Hicimos una gran fiesta en el hotel Sheraton, donde el salón principal desbordaba de gente y contamos con la concurrencia de todo el plantel. Allí percibí el cariño de los simpatizantes y el respeto de los colegas. Me sentí definitivamente seguro, en un ambiente tan difícil como el nuestro y sumamente venenoso como son los pasillos de River (risas). Un éxito o un fracaso de televisión se generan de un día para el otro. En la radio es distinto, porque cuesta mucho hacer un producto que se sostenga en el tiempo, sobre todo con el fútbol. Yo empecé en una época donde no había tanta gente joven relatando y eso es algo que me ayudó mucho. Pasados 35 años, me siento bien, fuerte, pero sé que esto no se va a estirar mucho tiempo más”.

Lito menciona los pasillos de River, tantas veces citados como un sitio especial, donde se han armado y desarmado historias y leyendas. Por allí transitó en sus primeros tiempos, para conocer bien de adentro a la institución: “Yo caminé por allí al lado de maestros, como Amadeo Carrizo, Wálter Gómez o Adolfo Pedernera. Él fue el que un día me dijo: ‘Venga pibe, vamos a la confitería del club así hablamos un poquito de fútbol’. Mi respuesta fue automática: ‘No, maestro, yo no puedo charlar de fútbol con usted’. Con gran humildad, entre otras cosas, me dejó una sentencia: ‘Yo sé que usted está relatando los partidos de River. Aprenda a caminar con pies de plomo estos pasillos, porque son venenosos y se lo van a querer comer en cualquier momento’. Fue una maravillosa enseñanza, porque en aquellos primeros años, vivía dentro del club. Ahora debe hacer como 20 años en los que solo voy cuando tengo que trabajar”.

En estos últimos 35 años, River atravesó una montaña rusa de situaciones. Desde la gloria de Madrid al ominoso descenso. En ese devenir, Costa Febre conoció a buena parte de los jugadores que vistieron la camiseta de la banda, siempre con su estilo: “Soy un periodista frontal, que adoptó un consejo: lo conveniente es no tener relación con los protagonistas, porque eso te da una gran comodidad para manejarte tanto en el elogio como en la crítica. No soy amigo, pero tengo un vínculo de afecto y respeto, sobre todo con una generación de futbolistas que le dieron mucho a River, comenzando por el Burrito Ortega, a quien amo. Y siguiendo con Crespo, Almeyda, Hernán Díaz y Saviola. Hay algo que está claro: cuando el futbolista deja la actividad y sale de la burbuja, se convierte en un ser humano normal”.

La década del ’90 fue pródiga en títulos para River Plate. Consiguió varios en el ámbito local y la ansiada segunda Copa Libertadores, en 1996. Fue el momento de la aparición de un chico talentoso y con personalidad, a quien no le pesó la siempre compleja camiseta número 10: Marcelo Gallardo: “Lo conozco desde los 17 años. Iba a su casa en Merlo, donde tomaba mate con la mamá y el papá. Recuerdo que la primera vez que se lesionó seriamente, el único que lo fue a visitar fui yo. Con el paso de los años, él me devolvió todo esto con creces. En 2014 estuve muy grave, internado 90 días, con una infección pulmonar. En una oportunidad, golpearon la puerta de mi habitación y era Marcelo. Me dio un abrazo y me pidió que lo disculpara por no haber podido pasar antes. Jamás había hablado con él sobre la posibilidad de ser entrenador, a mí tampoco se me pasaba por la cabeza. Pero se preparó como pocos, encerrándose con Biscay y Buján en un pequeño departamento a ver partidos de todo el mundo. Las cosas siempre estuvieron claras, desde que me dijo que teníamos dos escenarios. Uno es el del afecto y el respeto. El otro, en el plano profesional, donde lo puedo criticar y él, cuantas veces quiera, decirme que no a una nota. Siempre le vi pinta de estratega y por eso, en un partido de Copa Sudamericana ante Sao Paulo, donde reapareció e hizo dos goles, me salió de adentro: ‘Sos Napoleón’. Pasaron los años y cuando ganó el primer título como entrenador, se lo volví a decir. De algo no tengo dudas: es el mejor técnico de la historia de River”.

Lito supo disfrutar de más buenas que malas, poniendo la garganta y la pasión por esos colores. Pero la situación más compleja, sin dudas, la configuró el descenso. Sus palabras, una vez terminado el partido, quedaron como un símbolo del dolor futbolero: “Perder la categoría fue algo antinatural. Cuando volvimos de Córdoba, al haber perdido la ida con Belgrano, dije en una nota: ‘River tiene un pie y medio en el descenso’. Se tejieron miles de historias fuera de la cancha. No voy a caer en el tema que Grondona lo mandó al descenso, pero sí que él lo odiaba a Passarella y la mujer de Julio lo odiaba por triplicado. Esa mala relación, de alguna manera, se metió en las entrañas de River. Lo concreto es que el equipo estaba derrumbado. Ese final, con el hecho consumado, lo viví con mucha tristeza y traté de representar a la gente. Mi micrófono era el de cada hincha que sufría como nunca. Con el paso del tiempo, tomé consciencia del alcance que tuvo, al punto que tiene más de 14 millones de reproducciones en YouTube. No soy un hombre de insultar y ese día dije algunas cosas fuera de lugar, pero conocía mucho la interna. Recuerdo una frase del Negro Fontanarrosa: ‘Una mala palabra dicha en el momento oportuno, es bienvenida’”.

La otra cara de esta moneda brillante y maravillosa en que se puede convertir el fútbol, es la final de Madrid, el emblema de River para todos los tiempos: “Fue algo único, inolvidable e irrepetible. Requirió de un gran esfuerzo, porque hubo que juntar la plata sobre la hora para poder estar. Nunca viví una situación tan emocionante como esa, porque en un segundo, pasaron por mi mente, todos los instantes vividos junto a River. El gol de Quintero me hizo perder la compostura como relator, porque dije cualquier cosa (risas). Aquella final es algo que no va a repetir nunca más”.

En la charla no podía quedar afuera Daniel Passarella, otro personaje trascendente de la historia de River, con el que Costa Febre tuvo mucha relación, con idas y vueltas: “Las personas que le cuidaban la casa a Daniel era de Alberti, mi pueblo. Cuando comencé con la campaña de River, él era el técnico y tenía referencias mías a través de esta gente. En mi opinión fue un gran entrenador en la primera etapa, promoviendo muchos jóvenes. Y también se destacó como DT de la selección. Allí no tuvo a los jugadores claves al 100% en el Mundial de Francia. En la suma de virtudes, para mí, está detrás de Maradona como el mejor jugador argentino de la historia. Tenía todo para ser un gran presidente, pero se enroscó en su propia soberbia, fracasó rotundamente y fue el responsable principal de la caída”.

En 1984, la audiencia del fútbol de ascenso por radio tenía un claro liderazgo con Jorge Bullrich por Rivadavia. En ese momento, casi en forma silenciosa, por Colonia, apareció un programa que le peleó ese lugar, mantuvo una enorme vigencia y que tuvo a Lito como una parte fundamental: El ascenso por tres: “Con Osvaldo Guerra y Daniel Cascioli, éramos tres pibes con un gran entusiasmo. Fue una experiencia notable haber podido relatar en todas las canchas del ascenso. Nos íbamos al mediodía hasta la zona donde estaba el estadio, donde debíamos conseguir la línea telefónica de algún vecino. Con suerte, estaba enfrente o quizás a 500 metros. Una locura (risas). Fueron momentos extraordinarios, donde aprendí muchísimo. Mi último partido fue en diciembre del ’90 en la cancha de Defensores de Belgrano”.

Como en todas las actividades, aparecen los referentes. Aquellos que se convierten en faros y guías a seguir. Nuestra radiofonía ha sido brillante en el rubro relatores, pero para Costa Febre hubo uno inigualable: “Siempre tuve como referentes a los consagrados. Era consciente que tenía que competir con ellos, pero también que debí aprender de los grandes. En ese momento, todavía estaba José María Muñoz, en el tramo final de su carrera, un Víctor Hugo Morales brillante y Pancho Caldiero con la campaña de Boca. De a poco me fui metiendo en la gente, en tiempos donde la televisión no tallaba tanto como ahora. También me ayudó que, en varias ocasiones, esas radios no transmitían los partidos de River y me dejaban el dial solo para mí. Hoy siento que valió la pena haber hecho tantos años la campaña de este club maravilloso. Todos los que vinimos después de Víctor Hugo, somos desprendimiento de ese talento incomparable. Rompió el molde porque nunca más habrá un relator como él. Siempre digo que hubo un Maradona y un Messi, pero en lo nuestro, no apareció el sucesor de Víctor Hugo. Tengo una gran relación con él, de mucho respeto y afecto. Me gusta reconocerlo siempre, porque sin haber trabajado nunca juntos, fue el profesional que más me promocionó, con una generosidad tremenda, algo muy poco habitual”.

Costa Febre se referencia en Víctor Hugo Morales

Sería imposible el racconto de en cuántos torneos diferentes transmitió Lito a su amado River, tanto a nivel local como internacional. Ahora asoma en el horizonte una competencia inédita, como lo es este gran Mundial de Clubes a desarrollarse en Estados Unidos, donde los Millonarios van a codearse con los mejores del planeta. Siendo un productor independente, no es una empresa fácil para Costa Febre, sin embargo, acuna el deseo de poder estar allí: “El sueño es poder ir al Mundial de Clubes en Estados Unidos. Tenemos una audiencia lograda a través de tantos años y de haber pasado por muchas radios. Desde toda mi vida he sido un productor independiente y, más allá del esfuerzo que vamos a hacer con todo el equipo, le queremos pedir una ayuda al hincha para poder concretarlo e ir paleando parte de los gastos, algo que no es sencillo. Quien quiera lo puede hacer en costafebrermonumental.com.ar, para hacer su aporte y obtener alguna de las muchas recompensas que ofrecemos, como un par de guantes de Armani, dedicados especialmente. Estimo que la cosa debería andar bien”.

Lito sueña con que sus oyentes, fieles de tantas horas, desde los tiempos de la portátil en el oído a esta modernidad de las aplicaciones, no lo dejen en banda. Como no lo hizo él, en ninguna de las batallas que el cuadro Millonario libró desde 1991. Es que justamente una banda es la que lo une. Esa roja, que les cruza el pecho. Y que los hace vibrar, a cada uno desde su lado, aunque estén del mismo lado: la pasión por River Plate.

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