
La selección argentina cerrará su año futbolístico disputando un amistoso contra su par de Angola, en Luanda, en el sur del continente africano. En la historia de este deporte, existe un solo argentino que jugó en la liga angoleña. Se trata de Franco Calero, centrodelantero rosarino que se inició en Newell’s antes de transformarse en un trotamundos del fútbol y llevar su talento por diferentes países del mundo.
“No dudé en ningún momento en ir a África. Mi llegada a Angola se dio cuando el director técnico portugués del Kabuscorp, Sergio Traguil, me llamó a comienzos de 2018 para ver si quería ser parte de su equipo. Se comunicó directamente conmigo y, como me interesó la propuesta, dejé las negociaciones en manos de mi representante. Ellos negociaron la parte contractual con el club y, cuando cerraron la operación, me lo comunicaron”, contó en su momento el exdelantero, sobre su decisión de ir al club africano.
En la temporada 2018/9, Calero vistió la camiseta de Kabuscorp, club que debutó en la Primera División de su país en 2008 y que tiene dos títulos: la Girabola (Liga) de 2013 y la Supercopa de 2014. Y fue el penúltimo equipo en el que jugó el brasileño Vítor Borba Ferreita Gomes. Sí, el mismísimo Rivaldo, campeón mundial en 2002 y medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Durante ese año que Calero estuvo viviendo en Luanda, estuvo al borde de la muerte. Resulta que contrajo malaria en dos oportunidades, producto de la picadura de un mosquito transmisor de la enfermedad. “El 80% de la tasa de mortalidad en Angola se da por malaria. Pero no por la enfermedad en sí, sino porque la cura es cara. El índice de pobreza es muy grande, y por eso la gente se muere tanto por esta enfermedad”, cuenta el hombre de 36 años en diálogo con Infobae. Hoy trabaja para el Rayo Vallecano como representante de jugadores.
El atacante rosarino se formó en Newell’s y llegó a la Primera División en 2004, a los 15 años. Su primera experiencia en el exterior fue en Uruguay, cedido a préstamo a Durazno FC, para luego jugar en el Ascenso para Argentino de Rosario y Estudiantes de Río Cuarto. El periplo internacional comenzó en Deportivo Aragón, Sariñena y Robres, en España; siguió en Alfonso Ugarte (Perú) y en PGS Kissamikos (Grecia); continuó en Medio Oriente para Al Ansar (Líbano) y Happoel Akko y Kiryat Shmona (Israel); y derivó en temporadas en Rangers de Chile y en Aucas de Ecuador. También, tuvo sus pasos por el Atlético de Madrid B, 1860 Múnich de Alemania, Zúrich de Suiza y cerró su carrera en El Farolito de Estados Unidos.

– ¿Qué es de tu vida, Franco?
– Hace prácticamente dos años que estoy retirado del fútbol. Y, para no salir del circuito, estoy con la representación de jugadores. Tengo la exclusividad de un equipo en España y sigo enredado con el tema futbolístico.
– ¿Estás trabajando para el Rayo Vallecano?
– Sí, estoy trabajando en Rayo Vallecano y después, lógicamente, con llegada a otros equipos que el mismo dueño del Rayo maneja en la Primera y Segunda división.
– ¿Cómo definirías tu carrera deportiva? Porque jugaste en muchas ligas del mundo, no solamente en Newell’s de Argentina…
– Como un trotamundos del fútbol, ya que he tenido un pasado demasiado movido. Me ha tocado vivir experiencias en diferentes países, como Angola, donde va a jugar la selección argentina. También, estuve en Israel, en El Líbano, todo con distintas culturas.
– ¿Cómo conviviste con esas diferentes culturas y esos cambios que tuviste de un país a otro?
– Uno trata mayormente de adaptarse futbolísticamente a lo que el entrenador específicamente me pide. Pero, más allá de eso, en la vida y fuera de una cancha de fútbol, me ha tocado vivir realmente experiencias muy buenas, todas con la misma conducta que debe tener el jugador de fútbol que realmente va con un objetivo para poder triunfar, ¿viste? En Angola, por ejemplo, el idioma es el portugués. Entonces, más que nada me podía hacer entender un poquito.
– Entonces, te fue un poco más fácil desde el idioma. ¿Qué experiencia te tocó vivir dentro y fuera de un campo de juego en Angola?
– La desgracia que me ha tocado vivir fue que dos veces contraje malaria, que es la transmisión de esta enfermedad por la picadura de un mosquito. El 80% de la tasa de mortalidad en Angola se da por la malaria. Pero no por la enfermedad, sino porque la cura es cara. Entonces, el índice de pobreza es muy grande, y por eso la gente muere tanto de malaria.
– ¿Cómo es la recuperación de esta enfermedad?
– Mirá, por ejemplo, cuando por primera vez te pica ese mosquito, a las cuatro o cinco horas empezás a sufrir vómitos. A lo mejor, te toca vomitar once, doce, trece veces en el lapso de una o dos horas, de tal manera que en cuatro o cinco horas quedás deshidratado y llegás a perder entre cuatro y cinco kilos. Automáticamente, te hacés el estudio de sangre y te da que te contagiaste de malaria. Acto seguido, tenés que tomar durante cuatro días seguidos tres pastillas y terminás creando anticuerpos muy fuertes. Pero si te agarra por segunda vez, se te puede quedar como enquistado en el hígado y trae problemas futuros.
– Los que viajan a Angola se tienen que dar la vacuna de la fiebre amarilla. ¿Para evitar la malaria, hay alguna vacuna para evitar contraer esta enfermedad?
– Si bien no es lo mismo la malaria y la fiebre amarilla, la vacuna contra la fiebre amarilla ayuda a crear una especie de anticuerpo para que, cuando te pique el mosquito de la malaria, te agarre con un poco más de fuerza. Pero si realmente sufrís malaria, estás complicado. Hay una especie de vacuna para evitar el contagio. Pero lo que pasa es que mayormente no se la ponen porque, más o menos, te lleva unos diez días de reposo, y si vos necesitás viajar por urgencia, te terminás prácticamente perdiendo todo lo que es la parte futbolística de entrada. Con la vacuna, quedás débil y se te complica entrenar bien.
– ¿Estuvo en riesgo tu vida cuando tuviste malaria en Luanda?
– Sí, estuve al borde de la muerte. Logré sobrepasarlo, pero he estado internado al menos cuatro días la primera vez que me sucedió. En la segunda vez, no me tocó estar internado porque ya había creado anticuerpos. El tratamiento es bastante duro. Incluso, cuando regresé a la Argentina desde Angola, durante los primeros seis meses estuve controlado por el CEMAR (Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Referencia), y también en otros hospitales privados, porque yo era el único caso que había traído la malaria a la Argentina. Entonces, para que no fuera contagioso tuve que estar controlado todos los días.

– ¿Es cierto que sos el único argentino que jugó en el fútbol de Angola?
– Sí, hasta el día de hoy, soy el único argentino que jugó en Angola. Uno lo hace por la pasión al fútbol. Me ha tocado también jugar en países como Israel, donde tres veces en la semana por los simulacros debíamos irnos a refugiarnos a los bunkers. Uno va aprendiendo la forma y el estilo de vida de cómo vive cada persona en su país.
– ¿Cuál fue tu primera impresión de Angola como país, más allá de lo que padeciste con la malaria?
– Mirá, antes de viajar a Angola, uno agarra e investiga un poco para conocer el país. Y lo primero que se imagina es que va a ir a jugar a la selva, porque queda en África. Después, cuando llegás a un país como Angola, te das cuenta de que es muy rico, porque tiene puerto. Su capital, Luanda, tiene un manejo de petróleo interesante, que lógicamente el sudamericano capaz que no sabe. El 80% de Angola es pobre, pero el 20% restante es muy rico y verdaderamente vive mejor económicamente que el argentino.
– ¿En Angola se vive mejor que en Argentina?
– Si vamos a comparar, a lo mejor en Argentina es más equilibrado y puede ser que un 60% vive bien y un 40% es pobre. Pero es más notorio en África, porque el 20% de la gente que vive muy bien, es demasiado rica. Estamos hablando de gente que tiene muchísimo dinero, mucho poder y obviamente maneja prácticamente casi todo África. Los ricos viven de la mejor manera. Los empresarios se dedican al tema del petróleo, los diamantes, y al tener puerto ahí, ellos son los que manejan casi todo África, no solo Angola. No vas a ver gente quizás en las calles durmiendo, pero sí pidiéndote dinero todo el tiempo. Las casas que están alrededor del centro de la capital son muy lindas. También, tenés la zona residencial que es muy chiquita de tres o cuatro complejos privados, donde vos ahí estás seguro. Pero saliendo de esa zona es muy peligroso. Para que te imagines, la mayoría de las casas son de techo de chapa, incluso todo hecho muy precariamente.
– ¿Es un buen lugar para vivir Luanda?
– O sea, si realmente vas a ir a jugar al fútbol y te manejás en un entorno privado, vas a estar en los dos o tres mejores hoteles, y vas a comer en los tres o cuatro mejores restaurantes, entonces vas a estar seguro. Me tocaba manejarme con seguridad privada porque en Angola te discriminan por ser blanco. Ese tipo de discriminación me tocaba pasarla. Éramos a lo mejor los blancos objeto de algún secuestro. Entonces, me tocaba manejarme con seguridad todo el tiempo, ¿viste?
– ¿Cómo vive el futbolista en Angola?
– Y, mirá, normalmente creo que por haber pasado por tantos países- habré jugado entre 15 o 18 países, no lo tengo bien contado- la vida del futbolista termina siendo prácticamente igual. Porque, si vamos a la parte deportiva, el entrenamiento invisible, que es el descanso y la alimentación, cuanto más a rajatabla lo cumplís, mejor futbolísticamente podés llegar a rendir.
– ¿Cómo te manejabas con la alimentación en Angola? ¿Podías conseguir todo lo que pretendías comer o hay limitaciones?
– La verdad que sí. Prácticamente igual que en otro país. O sea, cada país tiene su comida típica, que obviamente cada uno elige cómo alimentarse, pero el jugador de fútbol mayormente lleva una dieta estricta y tampoco es que es tan complicado, o por lo menos para mí. Comía una vez o dos veces a la semana carne roja. Y, después, prácticamente la alimentación básica, que eran las pastas y las frutas. Eso se consigue normalmente.
– ¿Qué fue lo que más te sorprendió en lo futbolístico?
– Futbolísticamente me sorprendieron demasiado. Eran jugadores rudos, físicamente. Estaba el típico morocho de 2 metros como marcador central, que te marca y como yo jugaba de 9, era un juego muy rústico. La verdad es que con técnica no desequilibrabas, tenías que estar bien físicamente para competir. En Angola aprovechan lo físico para sacar diferencias. A lo mejor carecen de técnica, no sirven para ese fútbol de buen manejo de pelota, pero están muy bien preparados físicamente, porque están balanceados y se alimentan muy bien.
– ¿Cómo es el estadio donde jugará la selección argentina?
– Es nuevo. Se llama 11 de noviembre en conmemoración a la Independencia lograda hace 50 años. Es el estadio mundialista, donde juega su selección. Es muy lindo, lo van a poder apreciar. Incluso, los demás estadios fuera de lo que es Luanda quizá son un poco más precarios, pero la gente allá también es muy apasionada. Obviamente que el fútbol o el jugador argentino, después de haber salido campeón, ya está cotizado distinto y está visto de otra manera. En Angola, hay un fanatismo muy grande por Argentina. Gracias a Dios, nuestra selección pudo salir campeón y al argentino lo tienen bien contemplado en todos los países.
– ¿Jugaste en el mismo equipo donde lo hizo el brasileño, Rivaldo?
– Sí, prácticamente me tocó jugar en el mismo equipo donde se retiró Rivaldo. Se llama Kabuscorp SC. Estuve en la temporada 2018/9. Él estuvo en el 2012. Rivaldo cobraba muchísimo dinero, pero le quedaron debiendo mucha plata. Nosotros, los primeros seis meses de ese torneo, ganábamos todos los partidos de punta a punta, pero no sumábamos un punto.
– ¿Por qué?
– Porque la Federación de Angola nos descontaba los puntos, porque Rivaldo estaba en juicio con ese club. Entonces, ganó el juicio, y nos tocaba padecer ese tipo de problemas. Hay muchos brasileños en Angola, porque la mayoría de los brasileños tienen pasaporte portugués, y no ocupan cupo extranjero en Angola. Y encima les ayuda el idioma. Por eso, es como un triángulo entre Angola, Portugal y Brasil. De esta manera, podés llegar a encontrar un brasileño por equipo.

– ¿Cómo son los hinchas en las canchas? ¿Demuestran pasión o son más tranquilos?
– Yo tengo algunos videos, algunos resúmenes que me ha tocado tener de partidos, en los que se ven a los hinchas que enfocan celebrando los goles con las caras pintadas, y haciendo eso que hacen en África, que corren alrededor de una fogata. Los hacen en las tribunas. Celebran los goles de esta manera. Incluso, llevan palos prendidos fuego, y así estaban en las tribunas durante todo el partido. La verdad es que son muy efervescentes.
– ¿Pudiste hacerte un tiempo para conocer algún punto turístico en Luanda?
– No pude, porque justo en esa época estaba limitado Angola porque Nigeria, su país limítrofe, estaba con el tema del ébola.
– ¿Extrañás la Argentina?
– Mirá, te digo la verdad, en estos últimos dos años me tocó estar seis meses en Dubái, seis meses en Madrid, y hoy me estoy manejando entre España y Dubái, porque son los mercados en los que tengo la posibilidad de trabajar. Pero en Argentina tengo toda mi familia. Uno es apasionado del país donde nació, pero sabe también los problemas que hay económicamente y socialmente, y eso a lo mejor te frena un poco.



