Billy the Kid, la leyenda del niño huérfano que pasó de justiciero a ser el bandido más famoso del Lejano Oeste

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Billy the Kid (Randy Guijarro/National Geographic Channels)

Tenía apenas 17 años cuando mató por primera vez. Según los registros, una pelea con Frank Cahill —un herrero corpulento, con fama de violento y de hostigar a los más jóvenes— terminó con un disparo en el abdomen. Cahill cayó herido por el balazo de un adolescente delgado, de cara aniñada y mirada inquieta, con quien se había trenzado un rato antes. El episodio ocurrió el 17 de agosto de 1877 en una cantina cercana a Fort Grant, en el entonces territorio de Arizona. Aquel disparo marcó el comienzo de lo que sería una breve carrera criminal y el surgimiento de una figura que con el tiempo se convertiría en leyenda: Billy the Kid, el bandido más célebre del Lejano Oeste.

Henry McCarty (su nombre real) nació en 1859, en Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes irlandeses y creció en un entorno de pobreza e inestabilidad. Durante su infancia, su madre, Catherine McCarty, se trasladó con sus hijos a Indiana y luego a Kansas, antes de instalarse en Silver City. La mujer buscaba alivio para su tuberculosis en un clima más seco. Murió en 1874, cuando Henry tenía 14 años. El chico quedó huérfano, sin recursos ni contención familiar.

Con apenas 15 años fue arrestado por primera vez: lo habían acusado de robar ropa de una lavandería china. Logró escapar de la cárcel por una chimenea. Así iniciaba su vida como prófugo de la ley. Poco después adoptó el apodo de William H. Bonney, nombre con el que sería inmortalizado.

En los registros judiciales del suroeste estadounidense, comenzaron a circular sus características. Era considerado un joven hábil con las armas, escurridizo y carismático, capaz de inspirar tanto simpatía como temor. En un territorio donde las leyes eran débiles y los conflictos se resolvían a punta de pistola, su figura encajó en el molde de un bandido moderno: veloz, letal y difícil de atrapar. Su figura, la de Billy the Kid, deambuló entre la realidad y el mito.

 ​Esta imagen, tomada alrededor de 1880 en Fort Sumner, Nuevo México, es la única fotografía autenticada de Billy the Kid. En ella, aparece con un sombrero ladeado, un rifle Winchester y un revólver Colt en la cadera izquierda. Sin embargo, debido al proceso de ferrotipo que invierte las imágenes, se confirmó que era diestro ​

De huérfano a ser uno de los bandidos más buscados

Billy creció entre bares de poca monta, pensiones y callejones del suroeste estadounidense. Luego de haber sido arrestado por el robo en la lavandería china, ser apresado y escapar de por la chimenea de su celda inició un raid de fugas: vagó por Arizona y Texas; y comenzó a trabajar como peón y se convirtió en cuatrero. No pasó mucho tiempo para que se encontrara en un ambiente dominado por bandas delictivas, rodeado de violencia rural y una ley que se aplicaba según la velocidad de quién empuñara primero un arma.

Durante esos años fue cuando adoptó el apodo de William H. Bonney, pero también fue conocido también como “Kid Antrim”, el apellido de su padrastro. Solía andar por las fronteras del Territorio de Arizona y de Nuevo México. Su juventud y rostro inofensivo lo hacían pasar desapercibido. Pero la muerte de Cahill lo catapultó en el radar de las autoridades. Aunque había disparado en defensa propia —según algunos testigos— ante el temor de ser ajusticiado decidió darse a la fuga.

En esos escapes, estableció vínculos que lo marcarían: fue amigo de Tom O’Folliard y Charlie Bowdre, dos vaqueros que luego fueron parte de su círculo más cercano. También forjó un vinculo con Pat Garrett, quien en años más tarde sería su verdugo. Garrett lo conoció en sus días de cuatrero y compartieron momentos y códigos de camaradería antes de convertirse en enemigos.

Ya como Billy the Kid, Bonney se ganó la reputación de ser un chico valiente, pero no cruel. Los relatos orales de la época, recogidos por cronistas y sobrevivientes, coinciden en que se llevaba muy bien con los campesinos latinos, con quienes hablaba en su idioma. Cuentan también que sabía tocar la guitarra, bailaba en las fiestas locales, y era bien recibido en los ranchos donde no había presencia de la ley. En las zonas rurales del sur de Nuevo México, llegó a ser visto como una suerte de Robin Hood.

Fotografía tomada en 1878 en Nuevo México: Billy the Kid (izquierda) jugando a croquet

La construcción del mito

Billy se convirtió en leyenda entre 1878 y 1881, durante la llamada Lincoln County War, una época de conflicto marcado por la violencia que se desató entre comerciantes ganaderos en el sureste de Nuevo México. Había dos facciones: una estaba asociada a Lawrence Murphy y James Dolan, que controlaban el comercio, los bancos y la justicia local; y otra encabezada por John Tunstall y Alexander McSween, empresarios que buscaban abrirse camino en un terreno hostil.

Por esos días, el joven comenzó a trabajar para Tunstall como vaquero y asistente de campo. Se dice que había respeto mutuo. Por eso, cuando su jefe asesinado por hombres vinculados al sheriff William Brady, la indignación de Billy tuvo consecuencias. Se unió a una banda conocida como Los Reguladores, conformado por rancheros, empleados de Tunstall y otros vaqueros que, como él, buscaban justicia por mano propia.

Durante los meses siguientes, el distrito de Lincoln fue una verdadera película de western donde los tiroteos, incendios, asaltos a diligencias y ejecuciones públicas eran moneda corriente. En abril de 1878, Los Reguladores emboscaron y mataron al sheriff Brady, en plena calle. Ese acto fue considerado como simbólico y definitivo. Billy se convirtió en un justiciero ante los ojos del pueblo, pero también de criminal ante los ojos del Estado.

El primero de arriba sería Billy The Kid y el que está sentado a la derecha Pat Garrett

En ese contexto, la violencia llegó a su punto máximo y durante varios días de julio de 1878, se produjo la denominada Batalla de Lincoln, un enfrentamiento armado que dejó numerosos muertos, entre ellos Alexander McSween. Billy sobrevivió, escapó por la noche y se ocultó durante meses. Para ese momento, su cara se había convertido en pública y en la prensa del este ya se contaba su historia y era llamado el “Kid”. Lo describían como un joven sin ley, rápido con el gatillo, elegante en el vestir y dueño de un extraño código de honor. El territorio de Nuevo México ofrecía recompensa por su captura. El gobierno federal lo clasificaba como un forajido.

Sus días transcurrieron entre fugas, escondiéndose donde podía, con breves estancias en ranchos amigos, fiestas rurales y fugaces regresos a la vida pública. Aun siendo prófugo, era invitado a los bailes. En algunas ocasiones llegó a enviar cartas para pedir el indulto, que nunca le fue concedido. Billy se había convertido en un perseguido por la ley, pero resguardado por el pueblo.

En diciembre de 1880, después de años de tiroteos, persecuciones y ocultamientos, Billy the Kid fue finalmente capturado en Stinking Springs por un grupo policial dirigido por el sheriff Pat Garrett, con quien había estrechado vínculos en sus años de cuatrero. Según algunos relatos, ambos habían compartido noches en las mismas cantinas, cabalgatas y tiroteos en otros tiempos. Pero los caminos se bifurcaron cuando Garrett decidió pasarse al lado de la ley.

Billy the Kid, Doc Holliday, Jesse James y Charlie Bowdre, en Las Vegas en 1879

Billy fue llevado a juicio en Mesilla, donde fue condenado a la horca por el asesinato del sheriff Brady. Lo encarcelaron en el Palacio de Justicia de Lincoln. El 28 de abril de 1881, protagonizó una fuga cinematográfica: mató a sus dos custodios, les quitó sus armas, y escapó montado en un caballo robado. Los testigos dijeron que silbó mientras se alejaba, como si fuera una despedida.

Durante las semanas siguientes, la presión sobre Garrett (visto por muchos como un traidor) aumentó y la reputación de Billy crecía. Finalmente, Garrett llegó a un dato clave que sentenció a su excompañero: Billy estaba oculto en Fort Sumner, una comunidad pequeña donde se refugiaba con frecuencia entre amigos, conocidos y gente que lo admiraba, especialmente familias latinas.

La noche del 14 de julio de 1881, Garrett entró a la casa de Pete Maxwell, un conocido del lugar. Estaba sentado en la cama cuando Billy, que también frecuentaba la propiedad, entró sin advertir la presencia del sheriff. “¿Quién es?”, preguntó en español al ver una sombra. Fue lo ultimo que dijo: en ese momento, Garrett disparó. El tiro le atravesó el pecho. Billy murió instantáneamente. Tenía 21 años.

En Nuevo México le habían puesto precio a su cabeza: vivo o muerto

La construcción de Billy después de su muerte

El cuerpo de Henry McCarty (o William H. Bonney) fue enterrado en el cementerio de Fort Sumner, Nuevo México. Su tumba, con la única leyenda “Billy the Kid”, está junto a las de sus amigos Tom O’Folliard y Charlie Bowdre, también muertos en enfrentamientos con la ley. El lugar fue profanado varias veces: en 1950, la lápida fue robada y más tarde recuperada. Luego de eso, se la protegió con un cerco de hierro.

Con el paso de los años, algunos rumores surgidos pusieron en duda la muerte de Billy. Algunas versiones sostenían que había logrado escapar, que Garrett —el comisario que dijo haberlo abatido— lo había dejado huir o que había matado a otro hombre por error y ese fue el enterrado. Estas teorías alimentaron relatos sin fundamento confirmado durante décadas.

En 1948, un hombre llamado Brushy Bill Roberts, en Hico, Texas, declaró ser Billy the Kid y solicitó un indulto al entonces gobernador de Nuevo México, Thomas J. Mabry. Murió poco tiempo después, sin que se pudiera comprobar su identidad. Los estudios forenses realizados posteriormente tampoco lograron confirmar ni desmentir de manera concluyente su historia.

​La tumba de Billy the Kid está en Fort Sumner, Nuevo México. Debido a actos de vandalismo y robos, la lápida está protegida por un cerco metálico

La figura de Billy the Kid trascendió los archivos judiciales y las crónicas oficiales. Fue convertido en símbolo por cronistas de la época, escritores y cineastas. En 1882, un año después de su muerte, Garrett publicó The Authentic Life of Billy the Kid, un intento de narrar su versión de los hechos y legitimar su actuación como agente de la ley. Sin embargo, causó el efecto contrario: el libro popularizó aún más la figura del joven, convirtiéndolo definitivamente en mito y llegó a la pantalla grande.

Su figura fue representada en más de 50 películas, entre ellas Young Guns (1988), protagonizada por Emilio Estevez, y Pat Garrett & Billy the Kid (1973), dirigida por Sam Peckinpah, con música original de Bob Dylan. También aparece en cómics, videojuegos, novelas gráficas, canciones country y baladas populares. Su imagen —pálida, juvenil, con el sombrero ladeado y un rifle en las manos— se convirtió en uno de los íconos más reconocibles de la cultura del Viejo Oeste.

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